En estos meses de sequedad la atmósfera se enturbia y el aire se hace a veces casi irrespirable. El relieve parece fuera de foco. Partículas de la quema de cañaverales, de pastizales, otras que emanan de las fábricas azucareras y el polvo de tierra que se eleva ante el trajín de los transportes de caña, constituyen un cóctel que hacen estragos en la salud de la gente. El caso de la niña Lucía Lobo ( cinco años), de Monteros, víctima del hollín que se eleva desde los trapiches del ingenio Ñuñorco, reavivó un antiguo drama que brota en cada zafra y que se profundiza con el paso de los meses: la contaminación ambiental en los tiempos de molienda y sequía.
La pequeña, que acusa un problema respiratorio que se agrava a causa de la “lluvia negra”, imploró a las autoridades de la Dirección de Medio Ambiente de la provincia -junto a vecinos de la zona- por medidas que terminen con el problema que la afecta. Son días en los que Lucía ni siquiera puede jugar en el patio de su casa ante la emanación de hollín y de restos de cañas quemadas. La molienda en la planta fue suspendida unas horas hasta tanto esta incorporara unos dispositivos de control en sus chimeneas.
El doctor Rogelio Calli, especialista en epidemiología de Campo, en un informe que refiere al “Impacto de los contaminantes del aire” precisa que “expone a la población a factores de riesgos capaces de producir enfermedades y desastres”. Por eso advierte que el tema “debe ser prioritario en las políticas sanitarias debido a su comportamiento transversal para muchos eventos de salud”.
En Monteros, según un estudio que data del 2010-2012, “alrededor de 1.500 niños de entre seis a 14 años habrían presentado síntomas atribuibles exclusivamente a la zafra”. Según Gustavo Mahmud, titular de la organización ambientalista “Ave Fénix”, “cada ingenio sin filtro scrubber en promedio emite 100 toneladas de material particulado al ambiente por jornada, y los principales afectados son los niños”. “Los propietarios de las fábricas no desconocen esta realidad porque nosotros personalmente les entregamos informes preciso sobre los daños que causan al emitir hollín a la atmósfera”, sostuvo el dirigente
“La contaminación atmosférica supone la alteración de la composición natural del aire como resultado de las actividades humanas. Implica la presencia de cualquier agente nocivo para la salud, la seguridad, el bienestar de la población”, apunta el estudio de Calli. Y precisa que en época de zafra los fuegos consumen grandes cantidades de biomasa, generando intensa cantidad de energía calórica, espesas nubes de humo en la atmósfera, provocando efectos adversos para la vida, el ambiente, la propiedad, el clima, directa e indirectamente. En el mismo informe el especialista remarca que “las grandes cantidades de hollín y humo contienen varios compuestos tóxicos”. Y menciona el óxido de nitrógeno (provoca irritación en los ojos, la nariz, la garganta y los pulmones), sustancias orgánicas policíclicas (presentes en el humo, hidrocarburos pesados, con propiedades carcinogénicas). También menciona al material particulado, hidrocarburos y monóxido de carbono. Calli observa que “la quema de una hectárea de caña agrega al medio de 12 a 20 Tn de CO2 y consume alrededor de 1,2 Tn de oxígeno en el proceso de combustión”. De acuerdo al estudio “se estima un aumento en la concentración de CO de 92% sobre los valores urbanos y hasta el 130% en el caso de partículas finas productos de las quemas.
Aumento de hisopados
El otorrinolaringólogo Gastón Antonio Palacio precisó que la “rinosinusitis crónica es una de las patologías en la que su prevalencia ha aumentado en años recientes debido al incremento de la contaminación que prolifera en el medio ambiente. “Este problema está contribuyendo no solo al repunte de este tipo de enfermedad, sino también de la rinitis alérgica, que produce una inflamación del epitelio respiratorio, aumentando la permeabilidad a los alérgenos y disminución de la capacidad de eliminación mediante el tapiz mucociliar”, expuso. “Hay estudios que demuestran que en zonas contaminadas, las industrializadas, hay más casos de enfermedades respiratorias que en aquellos lugares apartados de las grandes ciudades. Pues el aire contaminado entra por la nariz, lo retiene y lo filtra todo, por lo que se inflama y da lugar a rinosinusitis”, explicó. “Esta patología produce una pérdida en el olfato y el gusto, por lo que se incrementó las consultas en los servicios del hospital. Los pacientes solicitan hisopado naso-faringeo para descartar otra enfermedad”, concluyó.